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¿Se tildaría de “Genio” a Picasso si hubiese sido Agente de Viajes?

Si Picasso hubiese sido Agente de Viajes, a buen seguro se habría cortado una oreja como Van Gogh…o quizás algo más.
Imaginemos por un momento, que el comprador del último cuadro de Picasso, subastado en la Galería Christie’s por más de 100 millones de Euros, hubiera pedido que le descontasen del importe pagado, todo aquello que no fuera el coste de la pintura, el lienzo y el marco. Alegando que él no tiene por qué pagar los “honorarios” de Picasso, ya que hasta su hijo es capaz de pintar ese cuadro.
Sin duda se le hubiese tachado de loco, alegando que la aportación humana es lo que realmente dota de valor a la obra.
De igual forma sería absurdo el pensar, que un cliente entrara a una carnicería para preguntar cuál es la parte del cerdo más adecuada para hacer un guiso y se marchara sin comprarla, espetándole al carnicero que con la información que le ha dado, va a comprar directamente al ganadero, porque le deja la carne más barata.
Algo sigue sin estar bien, con lo que respecta a la labor y a la aportación que presta una Agencia de Viajes.
1.- No se trata de un servicio público, como lo es una oficina de turismo local, sino un negocio privado, el cual debe producir unos beneficios para sustentarse.
2.- El hecho de ser capaz de reproducir parte del trabajo que realiza un agente de viajes, o un pintor como Picasso, no supone el poder minusvalorar el tiempo empleado por el agente en aportar el servicio, ni el coste que representa adquirir los conocimientos y habilidades que este dispone. ¿O es que las 5 horas que pasa un cliente en Internet, para encontrar lo mismo que le puede aportar una agencia en 20 minutos, no supone un gasto para el cliente?
3.- El servicio que presta la agencia de viajes, debe aportar un valor añadido al cliente. Un abaratamiento de su tiempo en encontrar la opción más adecuada a sus necesidades, un aporte adicional de información clara, concisa y sobre todo personalizada a sus necesidades concretas y en definitiva información útil para incrementar las posibilidades de que la experiencia que va a comprar, sea la más adecuada para él.
Como podemos observar, no todo está relacionado con un cambio de paradigma en el cliente, también el aporte como profesionales del turismo, debe adaptarse a la realidad de los tiempos que nos han tocado trabajar.
Escuchemos al cliente de forma activa, intentemos aportar valor en el asesoramiento que le prestamos y de seguro obtendremos el reconocimiento y beneficio que merecemos.
¿Y si un cliente no lo sabe valorar?
Pues quizás no deba ser (de momento) nuestro cliente.
Viajar es como el vino, si un cliente no aprecia la diferencia, indudablemente debería comprar el más barato. (Eso sí, después que no se queje de dolor de cabeza que puede darle al día siguiente.)
Únete al reto Picasso Travel, ofrece todo el valor que te sea posible en el servicio que ofreces y demanda que tu trabajo sea valorado como se merece.